Que conejos, de verdad, es que la afición mexicana se guía por el espectáculo, y por toreros que parecen espontáneos (o que lo fueron) como el pana, el zotocluco y especímenes de ese calibre. Que tristeza.
Pablo, el mero mero de los rejones, es de lo poco auténtenticamente descente y digno que la afición taurina mexicana reconoce y admira.
Eso sí, critiquen al vulgo por aplaudir los movimientos dignos de un "viene viene" cuando se ponen de pié ante la faena de supuestos toreros como el pana. No le quiten lo poco de razón que tiene (la afición) al aclamar a pablo como el meollo del arte taurino a caballo.
Que vuelva pablo al ruedo mexicano. Que vuelva Ponce también.
Si cobran mucho no se quejen pues podrían cobrar más, que lo valen, y la afición también lo pagaría.
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